sábado, 12 de agosto de 2017

Instagram

Como señalaba en mi post anterior, el SPOOC Comunícate en digital me está sirviendo para reflexionar sobre algunos temas que me ocupan y me preocupan estos días.
Terminaba el mes de junio con un Viaje de Estudios al sur de Inglaterra. Junto con otros dos compañeros del centro acompañaba a 39 adolescentes, alumnos y alumnas de 2º ESO (12/13 años), y fue durante los viajes en tren -especialmente el que nos llevaba desde Worthing hasta Londres, con algo más de una hora de duración- cuando descubrí que muchos de ellos -la gran mayoría- estaban completamente enganchados a Instagram (lo cierto es que yo apenas conocía esta red social y fue una magnífica ocasión para poder aprender con los mejores especialistas: a etiquetar, insertar iconos, textos, datos en las historias, ...).

Mensaje que aparece en el perfil de varios de mis alumn@s
Y no es que me preocupe especialmente que estén mirando a la pantalla en lugar de ver la campiña inglesa, lo que me preocupa es lo que, durante el proceso, fui descubriendo: cuentas en abierto -sin ningún tipo de restricción en el acceso-, imágenes -en mi opinión- poco apropiadas para ser compartidas online, competiciones por alcanzar el mayor número de likes o de seguidores, miles de selfies -en muchos de los cuales aparecen menores y que, evidentemente, se publican directamente y sin contar con el permiso de difusión de las imágenes por parte de los responsables legales-, y eso que llaman foto-bullying (según parece, van recopilando las peores imágenes de una persona para compartirlas en la red "con todo cariño" el día de su cumpleaños).

Datos reales, a fecha de hoy, de la cuenta de una de las participantes en el viaje

Sí, todo eso está en la red y, en varios casos (4 de los 20 perfiles que tengo localizados), en abierto. Podría aportar imágenes pero he decidido no hacerlo, no creo que sea necesario. Lo que sí que es necesario -y urgente- es que alguien haga algo al respecto porque si los adultos seguimos mirando hacia otro lado, ¿quién va a ayudarles a gestionar su identidad digital, su reputación online? Ya no es una cuestión de que puedan tener dificultades para conseguir un trabajo en el futuro porque han publicado o han aparecido etiquetad@s en tal o cual imagen/vídeo (poco les importa eso a los 12/13 años), es una cuestión de ayudarles a crecer de forma sana, responsable y respetuosa, y con unos ciertos límites, especialmente en esa edad en la que tan difícil resulta encontrar tu sitio en el mundo y "hacerte mayor".


¿Son los padres conscientes de esta realidad?, ¿lo somos los docentes?, ¿podemos, entre todos, colaborar, desde la confianza, en crear unos hábitos de uso sanos y responsables en la red?

Cerrar los ojos a la realidad, mirar para otro lado, no nos/les ayudará.


No olvidar:
la edad mínima para tener una cuenta en Instagram es de 14 años.

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